Decidió ser luchadora profesional sin saber hasta dónde la llevaría esta elección. Había pensado estar en los rings solamente por dos años, pues siempre le ha gustado el fútbol y buscaba ser profesional del balompié.
Creció con cuatro hermanos hombres y desde muy pequeña jugaba con ellos, así que el gusto por las patadas al esférico se fue arraigando tanto en su familia como en la escuela (donde desde la primaria y después en su paso por la secundaria practicó el deporte más globalizado del orbe).
Todo cambió cuando conoció la lucha libre y quiso probar qué era el Deporte-Espectáculo, un mundo donde ella pensó no le gustaría por el machismo que imperaba o no aguantaría la exigencia (porque los entrenamientos eran muy duros ya que tenía de compañeros a puros hombres),
Ella fue viendo, se fue enterando, que había empresas grandes las cuales se dedicaban a promocionar la lucha, que había viajes, que las mujeres podían llegar a ser campeonas mundiales y eran muy reconocidas y valoradas. Se preguntó porqué no seguir, se llenó de curiosidad por ver qué le deparaba el mágico mundo de las llaves y los lances.
Cuando supo la existencia del Consejo Mundial de Lucha Libre se puso como objetivo llegar a ser elemento de tal compañía, sin saber que con el tiempo llegaría tan alto. De esta manera la carrera de Ernestina Sugey Salazar Martínez en el fútbol se fue al olvido, y su pasión por el balompié sólo sobrevive por su afición a "Los Rayados del Monterrey" de la Liga Mexicana de Futbol.
Por si fuera poco, la talentosa chaparrita de Monterrey aprovechó el momento para hablar de su añeja rivalidad con Reyna Isis, a quien derrotó en la final de "La Copa Irma González", y le lanzó un peligroso desafío llamándole además con calificativos como enojona, amargada, celosa y dolida.
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